Como es bien sabido en los barrios bajos de Xochimilco y zonas aledañas, es costumbre muy añeja, es mas diría que tradición milenaria, el recorrer en compañía de los camaradas, los "brothers" o los amigos una ruta donde se pone a prueba la resistencia física, mental y cuyo fin es obtener a un nuevo guerrero para el siguiente año.
Esta ruta que emprendí con dos bravos guerreros empezó en la zona de Tepepan (Monte en Náhuatl), donde encontramos la primera prueba. Nomas No Llores dijo una señora al entrar. Tenia razón, un par de veintenas de mozuelos andaban departiendo y compartiendo cierta bebida extraña, cuyos colores eran verde, blanco, naranja, café y rojo. Nos acercamos al dueño quien amablemente al ver en nuestras caras la incertidumbre de haber llegado al sitio correcto nos ofreció un vaso a cada uno del tamaño de una botella lleno de dicha bebida coloreteada.
Al beber dicho liquido baboso, un poco turbio y al principio ácido pero conforme se consumía se volvía sabroso y causaba un cierto efecto de euforia. Ya envalentonados teníamos dos decisiones. Continuar ahí donde la fiesta a penas empezaba y donde las doncellas parecían con cada minuto más atractivas o continuar el recorrido y superar la prueba.
Así dejamos tras nosotros la tentación en Tepepan y nos encaminamos a los llanos de Huichapan (Río de los Sauces en Náhuatl) donde en un rincón apartado de las miradas de los seres terrenos entramos a LA cueva del mundo subterráneo. Ahí encontramos contrariamente al anterior centro ritual únicamente la soledad de nuestra propia presencia. No había así tentación alguna. Sin embargo el ambiente en conjunto con otras bebidas de color rojo, anaranjado y verde entramos en la prueba de la introspección. Nuevamente la lucha duró lo mismo que duraron nuestros vasos. Ya en estos momentos nuestra humanidad empezaba a florecer. Partimos pues a nuestra siguiente prueba.
Llegamos a Xochimilco. Aquí en plena urbe encontramos a la Botijona quién nos aplico la tercera prueba. Sorprendidos vimos que nuestros vasos de botella eran convertidos en jarras. Los sabores de la canela y el limón se entremezclaban mientras veíamos a nuestro alrededor a otros combatientes de otras épocas que fracasaron en su intento de trascender. Al terminar la prueba nuestra integridad se vio reducida drásticamente por lo que al optar por ingerir algo de alimento para recuperar fuerzas nos vimos con el inconveniente de que el sueño y nuestra resistencia natural al alcohol había sido diezmada. Y al ser tan temerosos optamos por no continuar con este proceso de 10 pruebas xochimilcas. Ya será entonces el próximo año, un poco más experimentados, más sabios y mejor descansados y comidos qué junto a otros guerreros tomemos los senderos del octli poliuhqui.
Esta ruta que emprendí con dos bravos guerreros empezó en la zona de Tepepan (Monte en Náhuatl), donde encontramos la primera prueba. Nomas No Llores dijo una señora al entrar. Tenia razón, un par de veintenas de mozuelos andaban departiendo y compartiendo cierta bebida extraña, cuyos colores eran verde, blanco, naranja, café y rojo. Nos acercamos al dueño quien amablemente al ver en nuestras caras la incertidumbre de haber llegado al sitio correcto nos ofreció un vaso a cada uno del tamaño de una botella lleno de dicha bebida coloreteada.
Al beber dicho liquido baboso, un poco turbio y al principio ácido pero conforme se consumía se volvía sabroso y causaba un cierto efecto de euforia. Ya envalentonados teníamos dos decisiones. Continuar ahí donde la fiesta a penas empezaba y donde las doncellas parecían con cada minuto más atractivas o continuar el recorrido y superar la prueba.
Así dejamos tras nosotros la tentación en Tepepan y nos encaminamos a los llanos de Huichapan (Río de los Sauces en Náhuatl) donde en un rincón apartado de las miradas de los seres terrenos entramos a LA cueva del mundo subterráneo. Ahí encontramos contrariamente al anterior centro ritual únicamente la soledad de nuestra propia presencia. No había así tentación alguna. Sin embargo el ambiente en conjunto con otras bebidas de color rojo, anaranjado y verde entramos en la prueba de la introspección. Nuevamente la lucha duró lo mismo que duraron nuestros vasos. Ya en estos momentos nuestra humanidad empezaba a florecer. Partimos pues a nuestra siguiente prueba.
Llegamos a Xochimilco. Aquí en plena urbe encontramos a la Botijona quién nos aplico la tercera prueba. Sorprendidos vimos que nuestros vasos de botella eran convertidos en jarras. Los sabores de la canela y el limón se entremezclaban mientras veíamos a nuestro alrededor a otros combatientes de otras épocas que fracasaron en su intento de trascender. Al terminar la prueba nuestra integridad se vio reducida drásticamente por lo que al optar por ingerir algo de alimento para recuperar fuerzas nos vimos con el inconveniente de que el sueño y nuestra resistencia natural al alcohol había sido diezmada. Y al ser tan temerosos optamos por no continuar con este proceso de 10 pruebas xochimilcas. Ya será entonces el próximo año, un poco más experimentados, más sabios y mejor descansados y comidos qué junto a otros guerreros tomemos los senderos del octli poliuhqui.
FELIZ AÑO 2007 GUERREROS DE MAYAHUEL

_Por un año más de blogging_
Agradecimientos: Jaime Lorezana y Edgardo Arenas
Revisión de Estilo: Edgardo Arenas
Revisión de Estilo: Edgardo Arenas





Replica a Tu peor Cancelar la respuesta