Las consecuencias de no admitir cuando parar, definir hasta qué punto dejar una obra antes de que el éxito y fama que se ha conseguido sea opacado por un trabajo mediocre. Ridley Scott y algunos otros directores exitosos de más de 50 años de edad sufren de este mal. Gladiador es una película memorable, al ser comercial no tiene un grado de precisión histórica como el de un documental pero la narrativa, el vestuario y por supuesto, las actuaciones posicionaron a Russell Crowe como un actor hecho y derecho.
La segunda parte de esta saga es realmente mala. No tiene el mismo sentimiento, es notorio el intento de repetir la fórmula exitosa de la primera -un soldado moralmente correcto cuya esposa es asesinada, él es hecho gladiador, cobra venganza y su coraje lo convierte en un símbolo de libertad para los oprimidos- o algo así intentaron replicar pues la pareja de Máximo no pertenecía a la milicia mientras que la esposa de Lucio era una guerrera así como el y pierde la vida en batalla. Máximo no pertenecía a la realeza. Y para mantener un lazo con la primera parte se inventaron que Máximo era el padre de Lucio. El elenco incorpora actores no tan famosos, posiblemente intentando repetir el efecto Crowe. Los efectos visuales son tan buenos como siempre así como el vestuario. Denzel Washington funje como el actor popular o de renombre que da un poco de impulso a la cinta. Recordemos que una vez Gladiador se vuelve de culto su secuela o precuela se esperaba fuera con el mismo Crowe.
En conclusión, Gladiador 2 es una débil sombra de su antecesora. El villano oculto o giro de tuerca de la trama, la batalla naval en el Coliseo Romano, los emperadores y su demencia-sadismo mal actuados y el protagonista sin ángel son los clavos del ataud de esta secuela. Les recomiendo ver está cinta a aquellos que ya vieron la primera parte y quieran confirmar lo que digo. Si confías en mí. Evitala.






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