Las secuelas tienen como primer propósito continuar la historia, el planteamiento que se hizo en la primera entrega. Esto se hace un par de años después o antes pues en el caso de actores infantiles se debe aprovechar su gracia y frescura. Esta secuela se hizo muchos, muchos años después. Y la magia o toque que tenía Burton entonces se ha desvanecido en lo que creo es su proyecto de jubilación.
La trama nos lleva a la vida de Lydia muchos años despues. Es una mujer adulta que tiene un show en televisión donde maneja temas de ocultismo y fenómenos paranormales. El trabajo la mantiene alejada de su hija, Astrid, la cuál radica en un internado. Sin embargo la vida de Lydia da un giro cuando su padre muere y el funeral es realizado en la antigua casa donde conoció a Beetlejuice. Todo se mantiene bajo control hasta que su hija es engañada por el espíritu de un joven asesino y necesita ayuda extranormal por lo que libera al famoso demonio Beetlejuice para que la ayude a salvar a su hija. Beetlejuice por su parte tiene que librarse de su exesposa y para esto vuelve a intentar desposar a Lydia. Cómo en el pasado, el plan de Beetlejuice no sale como lo espera. El es devuelto al mundo de los muertos, Lydia con una nueva perspectiva de la vida cambia su estilo de vida y pasa los tiempos libres, aparentemente, viajando con su hija por el mundo…Y después de soñar Lydia conoce a su bebé con Beetlejuice.
Las actuaciones se sienten raras. Incomodas. Wynona Rider como Lydia ya adulta, se siente muy lejos de la Lydia de hace 40 años que era irreverente y curiosa. Solo conserva el look gotico que no le queda para mí gusto. Su personaje se siente flojo, poco convincente y aunque es estelar vendría siendo más de soporte. Astrid, Jenna Ortega por su parte es más orientada en actitud a Merlina (que le hubieran puesto trenzitas y vestido negro hubiera sido muy descarado) y se distingue de los demás por su actitud crítica hacia la realidad. Por ello juzga a su madre y existe el rechazo que tiene el personaje hacia ella muy aparte de la añoranza de ver a su padre. Cuando comprende que heredó el don de Lydia y ve lo que ella puede ver surge la empatía entre las dos (moraleja moral). Michael Keaton como Beetlejuice hace lo mismo que hace años pero más viejo. Falta la frescura y originalidad. Así como la película anterior este fantasma aparece poco en pantalla pues la historia se centra en los vivos. La banda sonora como la original maneja temas viejos que a pesar de ser buenos no llegan a posicionar a alguno como memorable. Y esto se nota cuando ponen en el entierro “la canción” de la primer película.
En conclusión, Beetlejuice 2 es una secuela que da fin al ciclo de originalidad de Burton. Si existe una tercera parte es posible que veamos ver cómo un fantasma aún en el más allá se degrada y es rodeada por actores más jóvenes y tramas poco dinámicas. La recomiendo ver solo por recordar viejos tiempos y para apreciar como ha cambiado la visión del director en estos años.






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