Érase una vez, en la Venecia mexicana, Darth Cheese tenía una pareja sentimental con problemas mentales, mucho más grandes que el, y en su mundo vivían felices. Sin embargo aquella mujer tuvo pláticas con Lucifer quien le mostró un fruto prohibido. Era alto, fornido aunque nada refinado. Justo lo que cualquier mujer querría tener al menos un momento. Y así fue. ¿Cuantas veces la mujer y el obrero tuvieron encuentros íntimos? Nadie lo sabe. Sin embargo la relación con Darth Cheese continuo hasta un punto que por diferencias en las necesidades se separaron. Poco después ella platicando con el señor Sith le confirmo lo que no sabía, que tenía una oscura cornamenta pero que ella se había dado cuenta del error cometido. No hubo pleito y ambos quedaron como amigos. Sin embargo el señor Sith no olvida. El aprendizaje es que todos somos seres humanos. La lealtad, el amor y la sinceridad son cosas inventadas en nuestra cabeza que cambian entre unos y otros. La sociedad intenta definir esa línea más la misma sociedad es igual de disfuncional que las personas que la conforman. Darth Cheese pudo odiarla, despreciarla y poner tierra de por medio para evitar verla e interrumpir las comunicaciones. Pero optó por perdonar y aceptar su culpa en ello. Las cosas no pasan sin existir una razón o motivo. Ahora ambos continúan relacionados en forma de amigos y el ha recibido ayuda de ella en momentos críticos. Lo cual confirma que fue una buena decisión no cortar relaciones con ella y al mismo tiempo el ha intentado ser más empático con las personas.