Desde que tengo memoria me quejo de todo. Nada me agrada. Ningún chile me embona. Hasta creo que cuando el esperma de mi padre iba en misión iba quejándose del camino, del propósito de la misión, de que era mejor seguir pistiando. En fin, eso de quejarme viene desde el inicio y al final seguro también me quejaré. Pero de lo que me quejo constantemente es de estar rodeado de pendejos. Los hay de todo tipo. Optimistas, presuntuosos, lógicos, irracionales, amigables, intransigentes y doblemente pendejos. He de decir que la pendejez es como el eter y es parte intrínseca de los humanos. Unos en mayor medida que otros. Yo me considero un pendejo mediocre pues no llego a superar mi nivel de pendejez. Pero mi molestia radica en la gente intenta demostrar que hay otra persona más pendeja que ella misma. Lo malo es que siempre sale mal y a mí me toca vivir ese evento, de varias personas al mismo tiempo. Cosa espantosa y por la que me quejo.