Antes de estrenarse una película el espectador puede hacer una evaluación relativa a los pósters y a los avances o trailers. Las empresas no son tontas y usualmente realizan el teaser y los trailers con las mejores escenas de la película, muchas veces con lo único bueno de ella. Mas ahora la táctica que emplean, por lo menos en Norteamérica es el uso de campañas virales (paginas webs con claves de la película, concursos, anuncios de TV enigmáticos e insinuantes de lo que podría ser la trama, portadas en revistas de cine, declaraciones por parte del elenco y director, etc.) que crean una gran expectación por la película. En este caso, Cloverfield: Monstruo es un práctico ejemplo de esta notificada y planeada mercadotecnia. Aunque como todo, cuando llega la hora de corroborar si lo que uno como consumidor se imaginaba o lucubraba en la mente es igual al producto ofrecido y obtiene una decepción es claro pensar que se es objeto de fraude.

La trama es rapidísima. Un monstruo ataca la ciudad de Nueva York, si la gran manzana y no, no es Godzilla o King Kong, creando caos y destrucción a su alrededor. El origen del monstruo así como sus intenciones se desconocen.

Las actuaciones no son ni buenas ni malas sino todo lo contrario. Vamos por partes. La cualidad principal de esta película es el hecho que esta filmada como documental, es decir un personaje filma todos los eventos y por tanto únicamente se tiene la perspectiva de la cámara de vídeo, sube, baja, desenfoca, se mueve de un lado a otro y cuando el personaje huye obviamente solo se ven pies y piso, dando con ello una impresión de veracidad a los gritos y llanto de los personajes. El monstruo al igual que la versión gringa de Godzilla es avistado pocas veces por la cámara, esto para crear una atmósfera de confusión y ansiedad de saber que cosa es y que hace. Por lo tanto es un griterío muy al estilo La Bruja de Blair.

Los efectos son buenos dentro de lo que cabe. La cabeza de la Estatua de la Libertad se ve genial rebotando por la calle. Las explosiones y los edificios cayéndose se ven de fabula. Lo que decepciona, por lo menos a mi si, fue el monstruo. No tanto en texturas sino el diseño del mismo. Aquí es cuando uno se pregunta que hacen con el dinero los productores, pues teniendo la posibilidad de contratar a algún diseñador japonés o extranjero con una visión distinta a la gringa, que ya esta desgastada, prefieren seguir con monstruos con forma de lagarto, mezcla de escarabajo de muchas patas y con escamas; Ben 10 es un ejemplo perfecto de la típica monstruosidad gringa.

En conclusión, Cloverfield es una cinta de monstruos mediocre. Gozilla japonés es divertido, es entretenido y es fabulosa la forma en que destruye sin piedad maquetas de gran realismo pero Cloverfield pretende infundir un temor visto en distintas cintas y que esta basado en distintas fobias. En lo personal siento que esta cinta creo demasiada expectación para lo que realmente se ve en pantalla. Sin embargo la aceptación típica de los norteamericanos así como el final de la película, si es que el final es un final, deja abierta la posibilidad para una segunda parte. En la escala láctea recibe un decepcionante 7, lo que en castellano se traduce como “Antes de gastar tu dinero en ver al Proyecto del Monstruo Cloverfield de Nueva York te recomiendo antes ir a tu puesto pirata favorito y si te gusto lo suficiente entonces si, ir a verla al cine con la abuelita, los cuates y la novi@ en turno”.

Cloverfield

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